martes, 19 de abril de 2011

Cartas desde el infierno, los ensueños

Mar adentro, mar adentro,
y en la ingravidez del fondo,
donde se cumplen los sueños,
se juntan dos voluntades,
para cumplir un deseo.

Un beso enciende la vida
con un relámpago y un trueno,
y en una metamorfosis
mi cuerpo ya no era mi cuerpo;
era como penetrar al centro del universo.

El abrazo más pueril,
y el más puro de los besos,
hasta vernos reducidos
en un único deseo:

Su mirada y mi mirada
como un eco repitiendo, sin palabras:
más adentro, más adentro,
hasta el más allá del todo
por la sangre y por los huesos.

Pero me despierto siempre
y siempre quiero estar muerto
para seguir con mi boca
enredada en sus cabellos.


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